* Aldeanos

El árbol del querer bien
no tiene más que una rama
y para subir a el
es preciso que otro caiga
y a mi me toco el caer.

Me dormí bajo la sombra
de un arbolillo frutal
soñé que contigo hablaba
y era una alondra real
que en la rivera cantaba.

Dos pájaros en un almendro,
los picos se estaban dando.
Con recelo los miraba
porque me estaba acordando
de cuando tú me besabas.

Dale planta a ese sombrero
y enderézale ese ala
que esa carita de cielo
quiero verla destapada.

Aquella casita blanca
que está en medio de olivares
ni la alquilo ni la vendo
me la regaló mi padre
Y esa es la herencia que tengo

En tu puerta sembré un guindo
en tu ventana un manzano
sólo por verte coger
manzanitas con las manos.

Yo planté en una maceta
la semilla del encanto
con lágrimas la regué
y la flor salio llorando
tuvo la culpa el querer.

Ya te he dicho una y mil veces
que no te quiero y que no,
no me seas porfioso,
no te quiero y se acabo.

Quisiera volverme hiedra
y atravesar tus paredes
ponerme a tu cabecera
por ver el dormir que tienes.

Si me quieres dímelo
y si no di que me vaya,
no me tengas al sereno,
que no soy cántaro de agua.

Vivan los Manueles, vivan,
que Manuel se llama Cristo,
viva mi amante del alma
que se llama Manolito,
que Manolito se llama.

Yo me asomé a tu ventana
por verte a ti los lunares
y vi  que no eran pintados,
que eran tuyos, naturales;
que Dios te los había dao.

FANDANGOS DE AYER Y HOY

Las flores y los cariños
hay que saberlos tratar:
la flor sin agua se seca,
y amor sin beso se va.

Un beso le robé un día,
y mi beso la indignó.
Al poco rato volvía
y otro beso me pidió,
¡algo el primero tendría!

Al revolver de una esquina,
se volvieron a encontrar,
y como dos criaturas
se pusieron a llorar:
¡El amor no tiene cura!

Me hace falta tu cariño
como la sal al guisao,
como la ropa al en cueros,
como el agua a los sembraos,
como la vista al que es ciego.